¿CÓMO TE AYUDA UN PSICÓLOGO? IV- CUANDO LA TERAPIA SE ACABA

Llegamos a la entrega final de esta serie de cuatro post en la que estamos desentrañando de qué forma un psicólogo ayuda a los pacientes. En este artículo vamos a abordar los momentos finales de la terapia psicológica que incluyen estas cuatro situaciones: la última consulta entre paciente y terapeuta; el proceso en el que se espacia el contacto, ya no presencial, entre ambos; los problemas que el paciente se puede encontrar tras la terapia y, por último, qué factores ayudan a mantener los logros tras el proceso terapéutico.

Antes de empezar a hablar de ellas conviene explicar cómo sabe el psicólogo que la terapia llega a su fin .Como decía en la primera parte de la serie de artículos, entre paciente y terapeuta se fija un objetivo u objetivos a alcanzar. Esta meta guía las preguntas del psicólogo, le ayuda a realizar las pruebas necesarias para llegar a un diagnóstico del problema y, por último, a poner en marcha unas técnicas para conseguir lo que el paciente busca.

Así que cuando los objetivos se han conseguido, la terapia debe llegar a su fin. Si una persona acude a la consulta de un psicólogo porque el miedo le impide hablar en público y, tras la terapia, ya es capaz de hacerlo, el problema se ha resuelto y la labor del terapeuta acaba. Pero  antes de que terapeuta y paciente dejen de verse tiene lugar la última de las sesiones. La consulta final es diferente a cualquiera de las demás, de los otros encuentros que han  tenido lugar durante el proceso terapéutico.

La última consulta

En ella, como en todas, esto no la diferencia del resto, hay espacio para que psicólogo y paciente hablen. Lo que sí la diferencia es que en esta consulta el terapeuta hará una síntesis de todo el proceso terapéutico. El psicólogo resumirá al paciente lo que han trabajado durante la terapia, desde que llegó a consulta hasta el momento de la despedida.

Para asegurarse que el paciente tiene claro cómo enfrentarse a las situaciones que antes le eran problemáticas, resume cuáles son sus fortalezas, todas las habilidades que tiene que poner en marcha y que van a ayudarle a que el paciente pueda resolverlas con éxito en el futuro.

Por ejemplo, lo necesario que es tener un discurso interno, una forma de pensar, que esté lejos de producirle ansiedad. Esto es, cómo debe dialogar consigo mismo de manera que le ayude a encarar el problema sin miedo. También enumerará, como fortaleza, su capacidad de gestión emocional mediante, por ejemplo, las  técnicas de desactivación del estrés que ha aprendido en consulta.

Pero también incluirá en la lista de puntos fuertes del paciente todas las capacidades que ya traía  antes de pasar por el proceso terapéutico y que el psicólogo ha detectado durante la terapia.

Ejemplos de estas habilidades son el sentido del humor, ya que la risa es incompatible con la emoción de miedo, o la capacidad para razonar, vinculando ideas, pudiendo cuestionar así sus pensamientos poco razonables sobre el problema.

Igual que el psicólogo le recuerda todas sus fortalezas también enumera cuáles son sus puntos débiles, aquellos hábitos perjudiciales con los que debe tener cuidado. Por ejemplo, descansar poco o beber alcohol antes de una presentación en público podrían ser ejemplos de hábitos dañinos de una persona que se enfrenta a hablar ante otros.

El paciente, por su lado, también tendrá un espacio para contar cuál ha sido su experiencia durante la terapia. Trasladar si sus expectativas iniciales se han cumplido, qué ha aprendido y cualquier otra opinión o comentario que quiera expresar será bienvenido.

Las consultas se espacian

Tras esta última consulta, el psicólogo y el paciente acuerdan con qué frecuencia mantendrán el contacto entre ellos. El vínculo continuará por medios telefónicos, por correo electrónico o por mensajería instantánea, lo que ambos decidan. La cuestión es seguir en relación para conocer si el paciente mantiene lo que ha aprendido y sigue enfrentándose con éxito a las situaciones que antes temía y le generaban sufrimiento.

Pasados, en general, varios meses de que así sea, la relación terapéutica termina realmente. Esto no significa que el paciente no pueda contar con el terapeuta si le necesita en cualquier momento. Ya sea para tratar otros temas que le preocupen o limiten, o también para  volver a tratar el mismo.

En el primer caso, a veces ocurre que terminada la terapia, pasado un tiempo, el paciente vuelva a contactar con el psicólogo porque quiera abordar otros temas diferentes que le preocupan.

Si esto es así, la terapia se reinicia pasando, otra vez, por todas las etapas anteriores desde el principio: evaluación, diagnóstico y tratamiento hasta que la terapia finaliza.

En el segundo caso, si el paciente vuelve a sufrir los mismos problemas por los que acudió la primera vez, paciente y terapeuta vuelven a verse para evaluar qué ha podido fallar. Hay dos motivos frecuentes que pueden llevar a que el paciente presente otra vez el problema.

Problemas tras la terapia

El primero de ellos consiste en que, pasado un tiempo sin supervisión terapéutica, el paciente puede olvidar las estrategias que aprendió en terapia para enfrentarse al problema. Esto suele ocurrir sobre todo en situaciones en las que este aparece con poca frecuencia. Que ocurra solo ocasionalmente puede pillar desprevenida a la persona que, sin tiempo para poner en marcha los recursos aprendidos, se enfrente al problema con hábitos poco sanos, con los hábitos perjudiciales que presentaba al principio de la terapia.

El segundo motivo tiene que ver con que aparezca una situación muy diferente a las trabajadas en consulta. Por ejemplo, en una persona que tiene miedo a hablar en público terminada la terapia, puede tener que vivir una situación en la que la dificultad para enfrentar con éxito su miedo sea mayor que nunca. Esto puede ocurrir cuando debe exponerse en público durante un tiempo muy largo y ante un grupo de personas muy numerosas. Estas circunstancias ponen a prueba las estrategias aprendidas.

Si el día que debe hablar en público se suman otras situaciones estresantes como estar enfermo o haber recibido una mala noticia, esa suma de problemas puede hacer que le sea muy difícil enfrentarse con éxito a su miedo.

Factores para mantener lo aprendido en terapia

Por último, señalar que hay una serie de factores que aumentan la probabilidad de no tener que volver al psicólogo, de que dure en el tiempo lo aprendido en consulta. Estos factores, además, sirven para mantener los logros de cualquier problema psicológico tratado antes.

-          Conocerse a uno mismo. Esto implica un ejercicio de autoobservación constante ante cómo uno reacciona ante lo que le ocurre. Si se es consciente de cómo uno piensa, siente y de qué manera le impulsan esas emociones a actuar ante las situaciones trabajadas fuera de consulta, podrá tomar las medidas necesarias para superar el problema con éxito.

-          Mantener un marco de pensamiento racional sobre los problemas. Está demostrado que los seres humanos nos desviamos del pensamiento racional mostrando ideas y tomando decisiones con poca base lógica. Detectar estas formas de pensamiento es crucial para cuestionarlas como válidas ante la solución a los problemas y así desarrollar otras mejores, más efectivas.

-          No asustarse de lo que uno siente. Las emociones cumplen una función evolutiva en todos nosotros. Esto significa que nos han ayudado a sobrevivir y que nos mueven a la acción. Como parte del ejercicio de autoobservación que comentaba antes, es muy útil, para mantener lo aprendido en consulta, fijarse en lo que se siente, entender qué quieren decirnos las emociones y luego actuar tras trazar un plan reflexivo que incluya esa información, evitando desconectarse de ellas.

-          Cuidar los hábitos. Los comportamientos que repetimos todos los días conforman un hábito de vida que puede protegernos de los problemas mentales o, por el contrario, crearlos. Por ejemplo, el hábito de no descansar suficientes horas genera estrés en el cuerpo y con ello aumenta la vulnerabilidad de experimentar problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión.

Que un paciente sea capaz de manejar con autonomía, tras el proceso de terapia, los problemas que antes le superaban, es una fuente de satisfacción para el psicólogo. Muestra de que ha realizado un buen trabajo que tiene como resultado una persona más feliz, más libre y más autónoma.

Evita a los profesionales que no buscan esa independencia, a los que no te proporcionan herramientas para enfrentarte a los problemas Si no lo haces, entonces tu problema puede agravarse y cronificarse,  dificultando la recuperación.

Esperamos que te haya gustado esta serie de artículos y que entiendas mejor cómo un psicólogo actúa para ayudar a sus pacientes.

Si tienes un problema que no sepas solucionar, llámanos, nosotros sí podemos.

Si quieres hacer un comentario, recuerda iniciar sesión o registrarte en el recuadro de la esquina superior derecha de  la entrada. Nos encantará leerte.

Y si nos das un me gusta haciendo clic en el corazoncito, estaremos más encantados todavía.