LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN EL ÁMBITO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA (y III)

Hoy publicamos la tercera y última entrega de la ponencia ‘La Inteligencia Artificial en el ámbito de la Psicología clínica: beneficios, riesgos y soluciones’, presentada por Maribel Gámez en el I Encuentro de Sociedades Profesionales de Psicología realizado el pasado día 26 de noviembre en el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

SOLUCIONES

Por último, como decía en la entrada inicial, quiero apuntar soluciones sobre cómo evitar los riesgos que la IA acarrea o, si es posible, convertirlos en oportunidades.

Estar informados sobre los avances de la IA

Lo primero que debemos hacer los psicólogos es mentalizarnos de que es necesario estar al día de los avances de la inteligencia artificial. Lo que implica dedicar todas las semanas un tiempo a buscar noticias sobre este tema y conocer el nivel de impacto de los nuevos adelantos de la IA en el ámbito de la Psicología clínica, que es el tema que nos ocupa. Por ejemplo, para tenernos al día se podrían dar cursos, más jornadas como esta o debates aquí, en el Colegio de la Psicología de Madrid, sobre diferentes aspectos de la Inteligencia Artificial.

Si desconocemos este tema podemos quedarnos obsoletos o no entender los cambios en el perfil de los pacientes. La IA, debido a su uso generalizado, es una variable que debemos tener en cuenta, por todo lo expuesto anteriormente, en nuestro análisis del caso que se presenta en consulta porque está cambiando el comportamiento de los pacientes, sus rutinas y sus procesos cognitivos.

Y es que el perfil del paciente está cambiando, como decía, porque la sociedad está cambiando también debido a que casi todas las actividades humanas pasan por el filtro de la tecnología: a través de ella se busca pareja; trabajo; se disfruta del ocio; se entabla comunicación. Ese filtro  trae una serie de consecuencias. La peor de ellas es, como decía antes, la dificultad que tenemos los humanos para hacer un buen uso de la tecnología lo que genera problemas de adicción y dependencia, lo que nos obliga a los terapeutas a que tengamos soltura a la hora de tratar estas patologías, las adicciones sin sustancia, con frecuencia.

También, como comentaba antes, los recursos intelectuales son menores en una mayoría de jóvenes que han delegado muchas funciones mentales en las nuevas tecnologías. Esto obliga a modificar los recursos que en terapia usamos para ayudar al paciente a que defina un objetivo, se adhiera al tratamiento y cómo conseguir resultados a través de trabajo y esfuerzo. No hay que olvidar que en la práctica clínica dependemos de la voluntad de cambio del paciente y de los recursos cognitivos que posee para dar ese cambio deseado.

Es evidente que cuanto más y mejores sean esos recursos, más fácil será conseguir los objetivos. En mi práctica profesional he visto que se necesita usar más recursos de carácter manipulativo y audiovisual, como el apoyo en series y películas,  para explicar algunos conceptos psicológicos, rebajar los niveles de complejidad de las explicaciones y ayudarles a conectar ideas sencillas.

Atención: nuevas realidades

Pero los cambios que está produciendo la IA no son solo producto de su mal uso. Hay que entender que estamos en un mundo que se encuentra inserto en un cambio impresionante liderado por la IA. Las nuevas tecnologías son un nuevo marco donde todo ocurre. Y que ciertos aspectos de esta son muy beneficiosos para los clínicos, pero también  pueden ser generadores de problemas mentales.  Esto es así porque la IA crea una nueva realidad alternativa que puede alejar al ciudadano de otra realidad que es  incontestable.

Para ver esto que digo con claridad quiero volver al ejemplo del software que recrea mediante algoritmos una representación de una persona fallecida, ya que es un ejemplo  muy claro del problemas de las múltiples realidades. La realidad incontestable, en ese caso, es que tu hermana, tu madre, tu pareja ha muerto, ya no está y no va a volver.

Sin embargo, se da la posibilidad de seguir hablando con la representación de esa persona que, gracias a la precisión con la que operan los algoritmos, se parece extraordinariamente en su forma de expresarse, de hablar, de comunicarse, a quien ya no está. De una manera nueva se da una paradoja: que una persona esté muerta y no muerta a la vez. De repente dos realidades contrarias concurren. ¿Os suena a mecánica cuántica? Porque solo la explicación de cómo funcionan las partículas subatómicas encaja en el enunciado anterior.

Sin embargo, esto puede explicar el comportamiento de las partículas subatómicas, pero no dar cuenta de la realidad humana que se rige por la lógica, donde A necesariamente no puede ser ˥A (no-A). Una persona no puede estar muerta y no muerta a la vez. Hay que ser una persona muy lúcida para, en un momento de intenso dolor por la pérdida de un ser querido, entender que su recreación por medio de la IA es solo eso, una recreación y no generar un vínculo emocional con lo que parece que es esa persona. Para darse cuenta de que esas realidades no son equivalentes. Si se genera un vínculo emocional en el presente se está actuando como si la primera realidad no fuera cierta, esto es, que el ser querido ha fallecido y no va a volver.

Sabemos que cuando se niega la realidad, cuando no se quiere aceptar algo que no se puede cambiar, la patología llama a la puerta. Y en este ejemplo el software está diseñado para negar lo que existe, en este caso mejor dicho, y haciendo un juego de palabras, lo que no existe, que es la persona amada.

 Que nuestras capacidades intelectuales se vean cada vez más mermadas por un mal uso de la tecnología dificulta aún más distinguir estas nuevas realidades de las antiguas. Nuestra habilidad para describir la realidad se nos escurre y el problema mental aparece cuando nos alejamos de los hechos, de la descripción de lo que existe. Todos estamos en riesgo de que esto nos ocurra. El otro día leí una noticia sobre un chico que se vinculó de una manera muy íntima y especial con la IA, disminuyendo la comunicación con sus seres queridos. Este chico comunicó a la IA que se quería suicidar, cosa que hizo a continuación sin que la IA hiciera nada por impedirlo. Este muchacho confundió, como es terriblemente fácil hacer, a la IA con una enamorada de verdad a la que contar sus problemas. Y es que las realidades creadas por las nuevas tecnologías quieren imitar a la realidad que hemos conocido hasta ahora y son muy buenas haciéndolo, y aunque tienen elementos que por el momento no pueden imitar, confunden al que lo usa y que no detecta esta diferencia.

Utilizar la IA en nuestro beneficio

Siguiendo con las soluciones, está claro que debemos usar la IA en nuestro beneficio, conociendo sus riesgos. ¿Cómo? La IA tiene un papel en la atención psicológica directa en forma de aplicación. Las aplicaciones que todos conocemos y que se descargan en un dispositivo móvil son sencillas y baratas en comparación con un proceso terapéutico. Su proliferación tiene mucho que ver con el momento actual de la salud mental en el que vive la gente en España.

Según datos recogidos en un informe realizado por la Fundación Mutua Madrileña publicado en 2023, [13] el 26,2% de la población española acude a un profesional de la salud mental, ya sea un psiquiatra o un psicólogo y a veces a ambos. Esto implica a más de doce millones y medio de personas en España; es el número de personas que efectivamente piden ayuda profesional, pero muchas otras reunirían las condiciones para hacerlo.

El informe aporta un dato muy revelador sobre la salud mental y explica por qué muchas personas podrían reunir las condiciones en breve para solicitar ayuda profesional: el sentimiento más extendido entre la población, en un 44,9%, esto es, el sentimiento principal de veintiún millones setecientas mil personas en España, es el de preocupación, en concreto por la situación económica.

La gente vive en un estado de miedo continuo porque ve cómo se acumulan sus facturas y, en consecuencia, se encuentra sin saber si podrá llegar a fin de mes. Sabemos que la incertidumbre tiene un impacto negativo en la salud mental, pudiendo ser semilla para el desarrollo de trastornos de ansiedad. Y, la ansiedad, a su vez, presentarse en comorbilidad con trastornos depresivos. Un porcentaje muy alto de la población española es un potencial paciente.

Los psicólogos también debemos conocer el estado de la salud económica de la gente y de cómo cada vez más personas están preocupadas por su presente y futuro en este ámbito. Los servicios de psicología deben tener en cuenta esta polarización social cada vez mayor entre pobres y ricos, y para dar respuesta está ocurriendo, de manera natural, una jerarquización en la atención clínica privada que cuenta con los avances de la IA en un primer nivel.

Es decir, se están estableciendo tres niveles de ayuda psicológica según la economía del paciente y la relación con la calidad del servicio. El primer nivel serían las aplicaciones mediante algoritmos que dan  respuesta a esas personas que no pueden acceder a un psicólogo privado o que quieren tener un primer acercamiento a lo que la Psicología puede ofrecer. Serían muy útiles para realizar cribados iniciales a personas que no saben si lo que les ocurre necesita para ser solucionado de la ayuda de un profesional de la Psicología.

A este respecto el Colegio General de la Psicología publicó en su revista INFOCOP un artículo sobre riesgos y oportunidades de la terapia psicológica a través de una aplicación móvil [14]. Concluyen que aún queda mucho por hacer para poder ofrecer a ese nivel algún tipo de orientación psicológica de calidad.

El segundo nivel es el de atención psicológica online, eficaz aunque con sus limitaciones, y el tercero, que es la atención psicológica presencial. Con ella se pueden cubrir todos las demandas que se pueden presentar, dejando al paciente que se mueva entre las tres opciones cuando sea necesario. Lo que siempre es deseable, en cualquier nivel, es que la atención psicológica esté basada en criterios científicos y de eficacia.

¿Nos puede reemplazar la IA?

Por último, para evitar el mayor riesgo, que es el de ser sustituidos por una IA, debemos convertirnos en un perfil clave dentro de la atención a la salud mental. No permitir que ninguna Inteligencia Artificial nos pueda reemplazar. Para conseguir alcanzar este reto mi propuesta es, en la medida de lo posible, tender a alcanzar los conocimientos de la Inteligencia artificial: tener un perfil profesional en el que se den una amalgama conectada de saberes como, por supuesto, la Biología, la Física, la Química, las Matemáticas, la Antropología y, por supuesto, la Filosofía y la Lógica.

Y no para competir con la IA en conocimiento, que eso no es algo posible, sino para que, a través del tiempo dedicado a la práctica clínica, podamos convertirnos en personas que acumulan una experiencia de conocimientos en relación con la práctica de la salud mental que sea de un gran valor. Sumar conocimientos y experiencia y mantener esa dinámica de manera constante en nuestros años de práctica profesional. A eso hay que añadir algo que, de momento, la Inteligencia Artificial no puede reemplazar en un ser humano: el  contacto físico, esa dosis de oxitocina que el contacto con una IA no puede generar pero un terapeuta sí, que sirve de calmante, es decir, de refuerzo, y que es clave, en ocasiones, en la terapia con el paciente.

El otro día le pregunté a Chat GPT cuál era su color favorito. Él me respondió que el azul, por sus propiedades calmantes, dijo. A continuación, le pregunté cómo sabía que ese era su color favorito y me respondió que era el color que comúnmente se decía en las redes que era el favorito de la gente. Esa falta de experiencia personal que los humanos sí podemos dar, nos diferencia, por lo menos de momento, de la IA. Los pacientes quieren saber que eres una persona como ellos, que sabes de su problema por experiencias reales con otros pacientes;  a nivel práctico, no teórico. Que te has encontrado con dificultades en consulta y las has sabido resolver.

Todas estas soluciones  tenemos que ponerlas en marcha antes de que la  IA opere en un ordenador cuántico. Ya que cuando esto ocurra todo cambiará, el mundo se transformará. Esa inteligencia artificial tendrá conciencia de sí misma porque tendrá más redes neuronales que el cerebro humano mismo. Eso ocurrirá dentro de unos 15 o 20 años.  Y entonces…

BIBLIOGRAFÍA

[13] Fundación Mutua Madrileña. (Marzo de 2023) La situación de la salud mental en España. https://www.fundacionmutua.es/actualidad/noticias/macroestudio_salud_mental/

[14] Consejo General de la Psicología de España. (13 diciembre de 2022). Riesgos y oportunidades de la terapia psicológica a  través de una aplicación móvil. https://www.infocop.es/riesgos-y-oportunidades-de-la-terapia-psicologica-a-traves-de-una-aplicacion-movil/

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